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27 mayo, 2021

Gerardo Marti, parte del proyecto, y Walter Santisteban, asistente de dirección, durante el rodaje de la serie "Conociendo GeoVin"

El comienzo de la historia de GeoVin (y de este blog)

Detrás de todo proyecto hay incontables horas de trabajo, reuniones, aciertos y errores, avances y muchas decisiones que tomar. Conocer el camino recorrido nos ayuda a valorar los resultados y esperar con emoción lo que viene. Por eso, los invitamos a pasar a la “cocina” de GeoVin.

Todos y todas tenemos nuestra propia versión de los hechos que vivimos y compartimos con los demás, simplemente porque lo transitamos desde nuestra experiencia y poniendo especial atención en aquello que más nos marcó. Lo interesante, a mi parecer, es poder recopilar esas versiones para contar una historia y descubrir lo que la hace especial. A comienzos de este 2021 encaré esa tarea con Álvaro Vildoza, realizador audiovisual y editor, con el objetivo de rastrear el origen de GeoVin, un proyecto de ciencia participativa que desde 2018 cuenta con una aplicación para dispositivos móviles gratuita que permite reportar la presencia de posibles vinchucas, pero que aspira a mucho más.

Gerardo Aníbal Marti (Investigador Independiente del CONICET), Soledad Ceccarelli (Investigadora Asistente del CONICET), Agustín Balsalobre (Profesional Asistente del CONICET) y Joaquín Cochero (Investigador Adjunto del CONICET) nos recibieron -también a Walter Santisteban, asistente en el rodaje, con todos los protocolos propios de la pandemia- en las instalaciones del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE). Allí, uno a uno nos contaron sus recuerdos sobre los comienzos del proyecto, que ubican en 2017 y los encontró pensando cómo crear una herramienta novedosa en relación al Chagas y las vinchucas, para ayudar a las personas, generar datos que parecían estar faltando y también mejorar sus propios trabajos de investigación.

Soledad define muy bien que el proyecto nació del intercambio y la relación entre compañeros/as de equipo. Durante su doctorado se encontró con falta de información acerca de la distribución geográfica de las vinchucas y eso motivó charlas y posibles soluciones al respecto. Gerardo, por su parte, agrega: “Con los integrantes del laboratorio empezamos por esa época a ver aplicaciones que trabajaban con insectos y así llegamos a ‘Caza Mosquitos’. Charlamos con gente que participó en ese desarrollo y evaluamos cuán posible era de aplicar en vinchucas. Enseguida lo vimos factible por el tamaño y la cantidad de estos insectos, y pensamos cuál era la demanda que muchas veces tiene la población, que cuando encuentra una vinchuca no sabe a dónde dirigirse ni tampoco está segura de que lo sea”.

Joaquín era uno de los miembros de Caza Mosquitos -que se define como un proyecto de ciencia participativa para el estudio de la distribución de los mosquitos urbanos- y quien ayudó en la transferencia de tecnología, proceso a través del cual se comparten conocimientos, tecnologías o técnicas entre gobiernos, universidades u organismos y permiten que los avances científicos sean accesibles para más personas. En este caso particular se transfirió lo relacionado al desarrollo de la aplicación y el sitio web. “La intención original del proyecto GeoVin siempre fue tratar de involucrar a la comunidad y a la población que no necesariamente son científicos profesionales en la lucha contra el Chagas y conocer más sobre la distribución de las vinchucas, de estos insectos triatominos que tienen una distribución muy amplia en todo el país”, cuenta Joaquín.

En ese sentido, hay que decir que los objetivos del proyecto se fueron modificando. Si bien la aplicación fue en principio donde todo el equipo puso más fuerza, tras su lanzamiento en 2018 empezaron a pensar en cómo seguir adelante. Agustín detalla al respecto: “Hoy en día el proyecto se ha agrandado y se ha hecho mucho más voluminoso, ya que actualmente contamos con una página web, con cuentas en redes sociales (Facebook e Instagram), y nos está llegando información de todo el país, desde diferentes localidades, porque la gente ya empieza a conocer la aplicación y también porque hemos salido en medios”.

Agustín Balsalobre explica el trabajo con vinchucas en uno de los laboratorios del CEPAVE

App sobre ruedas, ciencia participativa y sueños en marcha

Cualquier persona hoy, esté donde esté, puede colaborar en el proyecto y en el reporte de vinchucas. Los pasos son muy sencillos: primero hay que ingresar a la aplicación desde el celular o desde el sitio web (de forma libre y gratuita), registrarse como usuario/a y enviar fotos del insecto encontrado. Del otro lado, el equipo de GeoVin va a recibir las imágenes y podrá decir si se trata o no de una vinchuca. En caso de serlo, ayudará para poner en contacto a la persona con los centros de referencia de su localidad que puedan hacerse cargo de la situación. Y si no lo es, llevará tranquilidad a quien consulta.

A futuro, el proyecto espera incorporar la tecnología de Inteligencia Artificial para agilizar la identificación de los insectos y también seguir encarando actividades y acciones que vayan más allá del reporte. Soledad cuenta al respecto: “Siempre estamos pensando en incluir cuestiones que estén relacionadas con lo educativo y lo comunicacional. Queremos que GeoVin no sea sólo un canal de reporte, sino un lugar donde las personas se puedan encontrar con información sobre las vinchucas, el Chagas y toda la problemática”. En cuanto a lo institucional, Gerardo suma que otro de los objetivos a largo plazo es que el Ministerio de Salud de la Nación pueda utilizar la herramienta y que exista una triangulación entre los usuarios, el equipo y los referentes locales. “Nos gustaría que esa triangulación se pueda aceitar, de manera que se acelere todo el mecanismo, ya que a veces se llega a una casa cuando el problema se agravó o tal vez se descubre que el insecto no era una vinchuca”, detalla.

La ciencia participativa, sobre la que en próximas notas del blog nos detendremos especialmente, busca que la comunidad se involucre y se sienta parte del proyecto en distintas etapas, aprovechando también sus resultados. Eso motoriza GeoVin, lograr un ida y vuelta con las personas, ida y vuelta en el que todos y todas puedan beneficiarse y en el que la ciencia sea siempre algo cercano.